La tecnológica de origen holandés ONWARD Medical N.V. ha implantado con éxito el estimulador ARC-IM en un paciente con lesión medular, con el que podrá recuperar la movilidad de las extremidades superiores. El proceso también ha sido posible gracias a la implantación de una interfaz inalámbrica (BCI, Brain Computer Interface) cerebro-ordenador para que el paciente pueda iniciar los movimientos que desee a través de su pensamiento, y en combinación con la señal del estimulador, informa «Consalud.es»
Fue el 14 de agosto cuando la neurocirujana Jocelyne Bloch realizó una intervención quirúrgica en el Centro Hospitalario Universitario Vaudois (CHUV) de Lausana (Suiza) para implantar el estimulador ARC-IM en un paciente con lesión medular. Nueve días después, se produjo la segunda operación para implantar el BCI WIMAGINE. La doctora expresó entonces que “los procedimientos de implantación se desarrollaron sin problemas”.
Se trata del primer implante del estimulador ARC-IM que la empresa de tecnología médica realiza en humanos, si bien se había aplicado en varios estudios clínicos de viabilidad con el objetivo de restablecer la movilidad del paciente y estabilizar la presión arterial después de una lesión en la médula espinal. Ahora, por primera vez, el implante permitirá a los pacientes volver a mover las extremidades superiores afectadas mediante una terapia programada y dirigida a la médula.
El estudio desarrollado por ONWARD cuenta con una subvención del Consejo Europeo de Innovación, dentro del proyecto ‘Reverse Paralysis’. Sus coordinadores son los codirectores de NeuroRestore, es decir, el profesor Grégoire Courtine y la doctora Jocelyne Bloch, así como Guillaume Charvet, jefe del Laboratorio de Desarrollo de Dispositivos Médicos de CEA-Clinatec.
¿CÓMO FUNCIONAN LOS DOS IMPLANTES?
El ARC-IM administra una terapia neuroestimuladora específica y preprogramada directamente a la médula espinal con impulsos eléctricos. Su objetivo es estimularla y con ello, reactivar el movimiento en personas que han sufrido algún tipo de lesión en la médula espinal. Se trata de un cable colocado a lo largo de toda la médula para estimular las raíces dorsales, pero con parámetros ajustados a cada ubicación anatómica, que además de devolver la movilidad, permiten controlar y reactivar otras funciones afectadas, como el control de la vejiga o la presión arterial.
Este implante se ha utilizado en conjunto con el BCI o Brain Computer Interface (interfaz cerebro-ordenador), otro dispositivo implantable que registra señales corticales y que permite que, cuando el paciente piense un movimiento, pueda ejecutarlo gracias a la estimulación de la actividad eléctrica en la corteza motora del cerebro, que es el mismo estado que se produce cuando una persona independiente realiza la misma actividad. Este implante funciona registrando las señales eléctricas y decodificándolas después para permitir el movimiento de la persona.
En definitiva, ambos dispositivos cableados trabajan de manera combinada: el BCI está diseñado para captar la intención de una persona paralizada de mover las extremidades superiores y utiliza inteligencia artificial para descodificar esos pensamientos. A continuación, el ARC-IM convierte la información descodificada en terapia ARC-IM (estimulación precisa de la médula espinal), para propiciar un movimiento impulsado por el pensamiento.
INVESTIGACIÓN PIONERA
La empresa de tecnología médica ONWARD especializada en diseñar terapias de estimulación de la médula espinal para restaurar el movimiento, la función y la independencia de las personas con lesión medular se encuentra, por el momento, “trabajando con el paciente en la utilización de esta innovación de vanguardia para recuperar el movimiento de sus brazos, manos y dedos”, informa la doctora. El equipo ofrecerá más información en los próximos meses, detallando el procedimiento y los resultados obtenidos de esta investigación, pero esperan ver “cómo la adición de un BCI podría optimizar la terapia”.
Más allá del avance tecnológico que supone este proyecto, uno de los objetivos intrínsecos en él es devolverle la independencia a los pacientes con lesión medular y, con ella, mejorar su calidad de vida. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año entre 250.000 y 500.000 personas sufren lesiones medulares y, en su mayoría, se deben a causas evitables o prevenibles, tales como accidentes, caídas o actos de violencia. Además, estos pacientes tienen más probabilidades de desarrollar enfermedades secundarias, “que pueden ser debilitantes e incluso potencialmente mortales”, como las trombosis venosas, espasmos musculares, dolores crónicos y complicaciones respiratorias, entre otras.